Recientemente, en un conversación informal, escuché comentarios que me impulsaron a escribir este artículo: “La Gestión del Cambio no aplica en proyectos grandes como este. Eso es para cosas pequeñas.” y “Eso no funciona ni en grandes ni en pequeños proyectos.” Estas afirmaciones reflejan una percepción equivocada y peligrosa: que el cambio solo se da en los papeles. La realidad es que todo cambio —sea un software, un nuevo proceso, una reorganización o una nueva sede— impacta en la conducta, emociones y rutinas de las personas. Y si ese impacto no se gestiona, aparece el caos. 

De hecho, estas no son ideas aisladas. A lo largo de mi experiencia, he escuchado otras frases que reflejan cómo muchas organizaciones minimizan —consciente o inconscientemente— la importancia de acompañar a las personas en los procesos de cambio:

• “Con que lo sepa la gerencia, es suficiente.”
  Un cambio no se implementa por cascada. Si el resto de la organización no entiende ni adopta el cambio, este no ocurre.


• “La gente se adapta sola.”
  Sin acompañamiento, la adaptación genera desgaste, errores y desmotivación.


• “Ya lo comunicamos una vez por correo.”
  Comunicar no es informar. La gestión del cambio requiere comunicación continua, clara y bidireccional.


• “Es un tema de Recursos Humanos.”
  RRHH acompaña, pero la transformación real la lideran las áreas operativas y la alta dirección.


• “La resistencia es el problema.”
  La resistencia no es un obstáculo, es una señal. Ignorarla impide que el cambio madure.